sábado, 26 de abril de 2014

Asidero


Exposición en la Fundación Carriegos- La Casona. Octubre de 2013.  

Título de la Exposición: Asidero

  Texto de las obras: David Fernández Villarroel - escritor

Asidero para agarrarse, asidero para no soltarse, asidero para sujetarse, asidero para no desasirse. Un asidero para estar y permanecer, para mecerse y sentir, para vivir y sobrevivir...

Asidero es esa palabra que oyes, esa mirada que cruzas, esa imagen que fijas...

Un asidero que pueda detenerte, mantenerte, sostenerte; un asidero para moverte (a tus anchas) y que no te muevan; para empujarte (cuesta arriba) y que no te empujen; para andar (con la frente alta) y que no te desanden el sendero...

Un asidero que ayude a uno a entenderse y a que los demás le entiendan; y que en la corteza del signo, como hace el río con sus aguas o el camino con sus huellas, ofrezca las claves de su interpretación.

Un asidero, en fin, para hacer más llevaderos el tiempo que maltrata y el mundo que está mal hecho. 


Atrapando un asidero (28x35x11)
Tanto tiempo buscándole que no está dispuesta a que se lo arrebaten. El cuerpo todo se contrae en un esfuerzo último, decisivo. Le va la vida, la empuja la congoja.

El brazo es bandera de esperanza, el rostro es rictus de contenida desesperación.

Tensa los pies como dos raíces, clava los ojos como dos ascuas, estira las manos como dos redes ...

Y ya está: lo tiene ahí, bien sujeto, aferrado entre los dedos para que no se le escurra como se escurre el agua entre las piedras o el aire entre las hojas o la vida entre las horas. Luego, cuando esté segura de que es suyo, definitivamente suyo, se volverá a su casa y allí lo esconderá como se esconde un tesoro, un jirón de vida recién recuperado. 


Equilibrio forzado- material cerámico(43x23x12)


Cuando las cosas se tuercen, cuando no hay más remedio que doblar la espalda, cuando no se es capaz de mirar a la cara...Cuando baja turbio el río de la vida y se siente uno ese tronco que la corriente arrastra; cuando se borran los caminos porque la carga que uno lleva le impide mirar por dónde va; cuando uno prefiere cerrar los ojos al pasar por delante del espejo...

Es el miedo a caer de bruces, la vergüenza de besar el suelo, la renuncia a seguir respirando el aire azul.

Pero hay siempre un hilo que no se rompe, un clavo ardiendo que tarda mucho en apagarse, una puerta abierta que ni en invierno se cierra: asideros de acero.


Sin apoyo- material cerámico(65x42x10)

Resbalando por la pendiente: ¿no habrá una mano amiga que la sujete? Por la ladera cuesta abajo: ¿no brotará algún arbusto al que pueda agarrarse? Deslizándose en sueños por el último tobogán : ¿se despertará a tiempo?

Los brazos se han rendido, no encuentran apoyo los pies, la cabeza quisiera esconderse y abdicar de todo don.

Una quietud engañosa, un fingido abandono, una sujección artificial.

Si sigue apegado a la vida es por pura inercia, si respira todavía es a fuerza de costumbre.

Si somos el tiempo que nos queda, ¿sabe ella cuánto tiene aún a su disposición?



Acoplada-material cerámico

Tener los pies en el suelo es la certeza de un punto de partida. Apoyar el peso del cuerpo en un árbol o una barandilla o una esquina es un descanso y una confirmación. Escrutar el horizonte es la posibilidad de un descubrimiento.

Un brazo extiende la seguridad. La mano dibuja el sosiego, pero podría también representar la constatación de algún olvido, o la incredulidad ante lo que ya se considera irremediable.

En el escorzo que se estira, el reposo amortigua la tensión lo mismo que el remanso el ímpetu del caudal.

Pero los ojos, ¿que miran, y hacia donde?


Con dos manos-material cerámico(73x16x24)

A lo mejor fue solo una prueba, un simulacro: quería saber qué se sentía al desasirse, y no se atrevió a soltar las manos.

O tal vez sucedió de verdad, y se vio de súbito cayendo, descolgándose, y entonces, en el último momento, aún tuvo fuerzas para levantar las manos y agarrarse.

En otra postura,esas manos que ahora son agradecimiento y esperanza serían acaso súplica, o victoria, o rendición, o protesta.

¿Exhausta por el esfuerzo, entumecida por el temor, reafirmada en la confianza?

Si volviera la cabeza, vería que no hay nada bajo sus pies.

Pero no va a hacerlo, porque tiene puestos el pensamiento y la esperanza en esas manos que se sujetan con firmeza denodada a la rama de la que pende su vida.




Sujeta en el aire(madera de manzano)


La madera de manzano es cálida, el acero en que se apoya es frío; lo natural se sostiene en lo artificial, la representación de lo que encierra vida en el emblema de lo que la niega.

La figura rebosa desvalimiento, incertidumbre, riesgo, desamparo, soledad. No ha escogido ella el asidero; lo que la sujeta -ajeno, imperturbable, superior- es más fuerte. Tampoco es ella la que decide, ni el gesto ni la postura puede escoger; de ahí que esconda todo atisbo de sentimiento ( ¿o es que ha vuelto el rostro para que no la podamos compadecer?).

Así forzada, ¡como  atreverse siquiera a pensar que algún día podrá desasirse de lo que otros le han impuesto, que de donde arranca lo postizo pueda brotar un brazo firme de manzano que empuñe un bastón de acero para andar con él segura por los caminos de la vida!

Asirse para permanecer(madera de manzano, hierro, 68x24x48)


¿No puede, no se atreve o no quiere desasirse?
Esconder el rostro es indicio de vergüenza, o de apocamiento, o de rubor, pero también de ensimismamiento y meditación. Dar la espalda puede ser indiferencia, o desapego, o temor, pero hay  también en esa actitud un atisbo de esperanza en la propia convicción. No de firmeza plena, pues no se aferraría entonces con la mano a esa barra de hierro que sale de la madera.

El hierro, que es lo que oprime pero lo que asegura, lo que sojuzga pero lo que que sustenta.

La madera, que es la vida, que es el alma:¿Se ha acomodado ya a esa postura? ¿Está así a gusto? ¿Es ese gesto del brazo un signo de deliberada resignación?
¿Hay sumisión a cambio de seguridad?
¿Hay rendición? 














Asideros soldados para cruzar(hierro, material cerámico y base de metacrilato)


Pasar un puente, subir una escalera.
Si no fuera por esos salientes, cómo iban a atravesarlo; si no fuera por esos peldaños, cómo iban a ascender por ella. Salientes o peldaños: asideros.
Andar arrastrándose, serpentear, reptar. Encaramarse valiéndose de los pies y las manos, gatear, trepar.
Pegado al suelo siempre, los ojos sin mirada porque no hay horizonte, las manos como garras, los pies despojados de superficie, sin palabras los labios, respirando un aire por el que nunca ha volado un pájaro, la frente sin dejar de pensar un único pensamiento.
Al otro lado el asiento, el descanso, el tiempo que se remansa un instante antes de continuar.
Pasar por un puente a otro puente, subir por una escalera a otra escalera: la servidumbre del tedio, la rutina del destino.








Para no desasirse(malla de alambre encajada en marco con cubierta de resina, arena y bronce pintado con óxidos y acrílicos.

En un territorio anterior a los mapas, aunque el marco se esfuerce en vano por sugerir límites  y  acotar longitudes.
Hay signos de devastación, huellas de remoto cataclismo, el paso del fuego. Y ese azul, que es acaso el poso de un mar enterrado, y el hilo de algún río que fluyó en valles que han quedado extraviados en una sucesión de mesetes deshabitadas, páramos baldíos, adustos cráteres, desiertos cerros y roquedales.
El trozo de ladrillo fue entonces de ello testigo, y es ahora milagro que se aferra, con firme convicción y arraigada esperanza: de arriba puede venir la luz, pero abajo está el vacío y le espera -le acecha- el abismo.




Para no desasirse(malla de alambre, resina y óxido de manganeso con piedra encajada)




El marco rojo de tela de alambre es a la vez advertencia y seguridad, peligro y sujección, alarma y sosiego.

Por las texturas, de resina con manganeso, se dibuja la geografía de una vida latente: siluetas que se retuercen para no seer arrastradas, formas que se encogen para escapar al vértigo de la caída, perfiles que se asoman y se esconden en el remolino lento de un desorden silencioso. . .

Todo fluye, resbala, se desliza, pero la piedra, que es piedra de río y sabe por eso de aluviones y desbordamientos, resiste en su adivinada fragilidad: está así y ahí porque prefiere la prisión del lodo a la audacia de la ventura, la solidez de unas raices a las eventualidades de la intemperie.
 





domingo, 30 de marzo de 2014

Alegorías musicales



Exposición de esculturas en el Ayuntamiento de Cuevas del Almanzora (Almería) Sala la Tercia en Mayo de 2011.


Título de la Exposición: ALEGORÍAS MUSICALES

Textos de las obras: David Fernández Villarroel - escritor




ALEGORÍA MUSICAL 
Gres, hierro y madera


¿Se despiden? ¿Se abrazan? La encrucijada de la separación o el lugar  del encuentro. El lenguaje de la música y el de la vida es el mismo, al fin y al cabo. De los encuentros saltan esas chispas luminosas que nos acercan a las estrellas. De los adioses manan esos rumores de tristeza que nos obligan a buscar el manto amigo de las noches. Unas y otros están presentes en ese gesto de despedida o de abrazo, de atracción o de apartamiento. Mientras se resuelve la indecisión, ¿por qué no detenernos a escuchar el sonido de los labios, el de las manos, el de los ojos?








ALEGORÍA MUSICAL 
Cerámica de gres, hierro y madera


Por separado, lo incompleto; juntas, la plenitud. Una sola, la ausencia; las dos, el reencuentro. Aisladas, se necesitan; separadas, se reclaman. Unidas, forman la esfera, el círculo, lo perfecto. En una sola, forman parte de un compás, vibran, estallan, suben con las voces, se apagan con el silencio. Son quietud y movimiento, son ritmo, sonoridad, armonía…



ALEGORÍA MUSICAL 
Concierto para una vida
Madera de palisandro, acero y madera de cerezo




El sonido sube de la tierra, se hace vida en el espacio y es música en el aire. La música de la luz del aire.

El sonido, como la vida, no avanza nunca en línea recta: esquiva las esquinas, forcejea con los contratiempos, se pliega a las corrientes del aire, es sinuoso y amigo del vaivén.

La música, que es vida porque siente y hace sentir, tiembla por entre las láminas, cuenta los peldaños de la escala de madera, se detiene un momento en cada recodo, se asoma a la luz, vuela con el aire, vuelve de nuevo, se encoge, se estira…..

 





ALEGORÍA MUSICAL 
Concierto para una vida
Madera de castaño y acero




Es ahora la luz la que trae el sonido. Lo ha encontrado en el aire más alto y por la atmósfera abajo lo ha guiado hasta los ojos abiertos de la madera. Son ojos que miran, y son ventanas que se abren, y son brazos que aguardan. Son también descanso.

Y el sonido así descansado vuelve convertido en música, y la música que se hizo en el aire se desliza despacio por una escala con forma de cauce de río o lomo de colina, vibrando en cada tecla antes de tocar la tierra donde nació: el silencio







 


ALEGORÍA MUSICAL 
Madera, resina sintética y acero


La música está en los colores. Es azul en el cielo y en el mar,  en los días azules de la infancia, en los planes azules para una mañana, en todas esas pequeñas cosas con que vamos entreteniendo el tiempo. Es roja en los atardeceres y en los sembrados de abril, en los andamios de la adolescencia, en los asuntos del corazón y de las agendas más secretas. Es amarilla como los años que se fueron, como las cartas de amor y como todos los caminos, los que ya anduvimos y los que nos quedan por andar. La música está en todas estas láminas





ALEGORÍA MUSICAL 
Gres, hierro y madera



Redondel de guitarra, tubos de trompeta... Conductos por donde circulan caravanas de sonidos  y rebaños de silencio. La música que todo lo envuelve  y entra por los ojos y en las cuevas y en los túneles. La música que crece y se extiende; la música que prefigura el grito  y la llamada. La música que ciñe y aísla; la música que predispone al ensimismamiento y el arrobo.


 

ALEGORÍA MUSICAL 
No le dejan cantar
Mármol y acero




Tiene la mirada de los tristes, de los desvalidos, de los asustados. Hay en ese ojo que nos mira un signo grande de interrogación, un punto negro de reproche, una llama oscura de recelo. Es el gesto del que se siente perseguido sin saber por qué, del que se ve acorralado, del que prefiere esconder el miedo para no enseñas las lágrimas.

El rostro entero alberga la indefensión, la desconfianza, el desamparo.

A pedradas le han herido el pensamiento, de la fuente de un ojo brotó un río de lágrimas del que solo queda un cauce seco, a un lado de la barbilla le nace un camino o arroyo que viaja cuello abajo o a ninguna parte...

Y la respiración represada bajo esos dos signos de la nada, los labios cosidos con barrotes, las palabras selladas, la música ahogada, encarcelada, prohibida....


ALEGORÍA MUSICAL 
Madera de manzano y hierro




Con el alma quieta o a los pies caída, con el pensamiento alto o por el barro, con la casa sosegada o en algarabía; con el corazón en una mano y la frente en la otra; con la habitación encendida o el pasillo en tinieblas; mirando sin mirar o con los ojos puestos en otra parte; en un día sin ventanas o en una tarde puesta a secar al sol; en los momentos de vivir encogido o en lo de volar en castillos por el aire; en silencio o entre el bullicio; a solas o en muchedumbre...: la música